Jane Elizabeth Ebsworth Oriel, nace el 11 de julio de 1926 en Merthyr, Merthyr Tydfil (Gales).
Está licenciada en Ciencias Domésticas y Sociales por el King’s College of Household and Social Science y es asistenta de matrona en Charterhouse.
Su padre es John Augustus Oriel, nacido el 17 de junio de 1896 en Glamorgan, Gales y fallecido el 18 de junio de 1968 en Shipston on Stour, Warwickshire, Inglaterra.
Su madre es Margaret Hester Evans, nacida el 2 de agosto de 1899 y fallecida en octubre de 1992 en Richmond Upon Thames, Surrey, Inglaterra.
Su hermana es Annie Mary Margaret Oriel, nacida en 1924 y fallecida en 2007.
Su abuela paterna fue Charlotte Ann Evans, nacida en 1874 en Dowlies, Glamorgan, Gales y fallecida en 1949.
Su abuelo paterno fue David Morgan Oriel, nacido en 1873 en Dowlies, Glamorgan, Gales y fallecido en 1952.
Su abuela materna fue Mary Jane Powell, nacida en 1862 en Dowlies, Glamorgan, Gales y fallecida en 1945.
Su abuelo materno fue Thomas Evans, nacido en 1857 en St Clears, Carmarthenshire, Gales.
Se conocen en 1944, cuando la universidad en la que estudia Jane, King’s colege of Social Science, fue evacuada por motivo de la guerra, a la Universidad de Leicester donde vive y estudia Sir David.
Se prometen en junio de 1947 y se publica en el periódico local Leicester Evening Mail el 24 de junio de 1947.
Jane conoce a Sir David en Leicester cuando ella está estudiando en el King’s College y Sir David es un licenciado de Cambridge.
Antes de casarse, Jane vive con sus padres en Branston-road, Kew, Surrey y Sir David en Knighton Hall, Leicester.
El 11 de febrero de 1950 se casan en St. Anne Church, en Kew Green. Jane tiene 23 años y Sir David ya ha cumplido los 24.
Las Damas de Honor son su hermana la Dr. Anne M. Oriel (Licenciada en Medicina y Cirugía) y su amiga Patricia Wheeler.
El padrino de Sir David es su hermano mayor John Michael.
Lleva un vestido de satén blanco, bordado con cristales y un ramo de freesias blancas y lirios de los valles.
Las damas de honor eligen vestidos de terciopelo de gasa azul zafiro, guantes de ante rosa muy pálido y ramilletes de anémonas.
El reverendo Evan H Hopkins oficia el servicio coral, con el Sr. E. W. Woodcock al órgano.
Se celebra una recepción en casa de la novia.
Tras la boda se marchan a su luna de miel, que es un lugar que mantienen en secreto.
Cuando vuelven, viven en Coulson street, Chelsea, la casa que antes ocuparan Richard Attenborough y su esposa.
Un años después, se trasladan a Richmond-upon-Thames, marcando el inicio de una relación que durará casi cinco décadas.
El papel de Jane en la vida de Sir David es invaluable. A medida que la carrera de David en radiodifusión e historia natural despega, ella le brinda un apoyo incondicional. Se encarga del hogar y cuida de sus dos hijos, Robert y Susan, lo que le permite viajar por el mundo y dedicarse a su pasión por los documentales de naturaleza.
A pesar de las exigencias de la carrera de David, la pareja mantiene una relación sólida y amorosa. La comprensión y el apoyo de Jane son fundamentales para su éxito, y a menudo hablaba de ella con gran cariño y gratitud.
En 1997, mientras graba en Nueva Zelanda para The Life of Birds (La Vida de los Pájaros), le informan de que Jane, de 70 años, ha entrado en coma, después de una hemorragia cerebral. Se apresuró para estar al lado de su esposa, y murió mientras Sir David estaba presente. Le dio la mano y la apretó antes de morir.
El foco de mi vida, el ancla se ha ido … ahora estoy perdido.
Tras la muere de su esposa, Sir David dice que sumergirse en su trabajo, le ayuda a enfrentarla: me las arreglé trabajando y, una vez más, tuve la fantástica suerte de poder hacerlo.
Aún vive en la casa de Richmond en la que ambos crearon su familia. Aunque la muerte de Jane dejó un vacío en su vida, Attenborough nunca consideró mudarse de la casa donde formaron una familia y eligió preservar la naturaleza sentimental de los recuerdos creados allí.
A la pregunta de si pensó en dejar la casa en la que vivieron, responde: ¿qué sentido tendría? Estaría dejando el hogar que hicimos juntos, el jardín que construimos. Creo que es probablemente sentimental. Esta casa está ligada a ella. La siento aquí tanto como en cualquier parte.
Sir David confiesa sentirse solo en ocasiones: sí. Quiero decir, preferiría tener gente alrededor. La cosa es que, cuando recorres la casa, sabes que, por muchas puertas que abras, no habrá nadie, y es una pena. Luego bajas a comer, lo cual te tienes que preparar tú mismo, lo cual no es raro, pero, bueno, es agradable poder hablar con alguien.
Dice que comprende perfectamente por qué algunos hombres de su generación dan la espalda tras perder a su esposa y nunca se recuperan del todo.
Tuve suerte de que hubiera gente (creadores de programas, fans, académicos), que confiara en mí. Lo importante es que haya gente a tu alrededor que te diga: «mira, te necesitamos desesperadamente. Queremos desesperadamente que escribas ese guion. ¿Podrías hacerlo?». Es un gran alivio tener a alguien que te impulsa a seguir adelante. Estaba en medio de una serie cuando murió mi esposa. Me tomé un tiempo libre, claro, pero tenía una obligación. Había cosas que hacer. Si no hubiera habido…
Me siento desesperadamente triste por los hombres de mi edad que no tienen tanta suerte.
Para ellos, esa pérdida debe ser simplemente terrible. Si te jubilas, tu mundo se contrae, tu perspectiva se contrae, y probablemente te has contraído por completo, casi tanto contigo mismo como con tu pareja. De repente, eso desaparece. Fue una gran suerte no tener que jubilarme.
Me las arreglé trabajando, y de nuevo, fue una suerte increíble poder hacerlo. Si mi vida hubiera tomado otro rumbo, digamos que me hubiera dedicado al sector petrolero, algo que alguna vez consideré, habría fallecido a los 60.
Alguien me habría despedido con un gesto, diciendo: «Adiós, y claro que siempre has querido jugar al golf, ¿no?». ¿Y qué habría sido de mí entonces? Tengo 83 años, así que durante los últimos 23, ¿qué habría hecho? Resulta que creo que he hecho algunos de mis mejores trabajos en ese tiempo, en los años en que supuestamente debería haber estado en una silla de ruedas o jugando al golf.
Me resulta difícil ver a esos amigos cuyas rutas han seguido ese camino. Eres demasiado joven para saberlo, pero llega un momento en que solo ves a tus amigos en los funerales. Entonces todos son mayores, están más canosos y temblorosos, y hay menos de nosotros. Es bastante deprimente.
Acomodas cosas… luchas por otras. Estoy acostumbrado a la soledad en la naturaleza, pero no, una casa vacía no es lo que disfruto. Pero mi hija está ahí. En momentos de dolor, profundo dolor, el único consuelo que puedes encontrar está en el mundo natural.
Ambos tienen dos hijos: Susan y Robert. Susan es ex directora de la escuela primaria y Robert es profesor titular de bioantropología para la Escuela de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional de Australia en Canberra.
Debido a sus compromisos de grabación, que a menudo lo llevan al extranjero, Sir David se pierde partes de la infancia de sus hijos.
En 2017 dijo a Louis Theroux sobre estas ausencias en la infancia de sus hijos: si tengo algún arrepentimiento, es que cuando mis hijos tenían la misma edad que sus hijos, estuve fuera durante tres meses en una ocasión. Si tienes un hijo de seis u ocho y pierdes tres meses de su vida, es insustituible, te pierdes algo.
Sir David dijo sobre su esposa Jane y las ausencias: «ha sido muy comprensiva, quizás no se puede tener el pastel y comérselo».
Las ausencias de Sir David, se convirtieron en un chiste recurrente en la familia: “había chistes familiares. Ya sabes: nunca estuviste allí. No te acuerdas de eso, padre, ¿verdad? Porque no estabas allí”.
Susan Jane Attenborough fue directora de una escuela de primariam y vive en Woking.
Tras la muerte de su madre, comienza a trabajar con su padre, ocupando el lugar que antes ocupara ella:
Viene un par de veces a la semana para «limpiarme». Cocina pasteles de pastor, deja el refrigerador lleno de pasteles de cerdo, uno de mis favoritos para el desayuno, y pone pequeñas notas adhesivas en trozos de asado del domingo animándome a comerlos los lunes, lo que hago debidamente, generalmente con la nariz metida en un libro.
En 2016 dijo: Me estaba metiendo en un lío sin mi esposa. Ella vino (Susan) y ayudó y finalmente se convirtió en socia de mi pequeña empresa.
En 2017 Sir David confesó en una entrevista para la revista Stylist: mi mayor miedo es ser una carga para mis hijos.
Robert David Attenborugh actualmente en el Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge. Sus líneas de investigación son: «Biología y salud de la población humana, especialmente en Nueva Guinea. Antropología evolutiva y del comportamiento.
Sir David recuerda la vez que le regaló a Robert una salamandra por su cumpleaños:
La desempaquetamos, venía en una caja, la saqué y se la enseñé. Le dije: Ahí lo tienes. Esta cosa se sentó en su mano. Le dije: ponlo en su nuevo hogar.
Lo puso en su nueva casa, y muy despacio bajó al agua, y de debajo de su cola salió un pequeño. A mi hijo se le salieron los ojos de las órbitas, igual que a mí.
Además de un artículo que ha publicado para la Australian National University de un estudio de ADN del cabello de Bethoven, Robert tiene publicados al menos dos libros relativos a los estudios de biología humana en Papua Nueva Guinea:
En una ocasión, cuando vuelve a casa después de una aventura terrible, come su primera comida buena en meses y se tira en la cama. Se despierta, cegado por el sudor, de madrugada.
Pensé que tenía malaria y me quedé allí, angustiado, preguntándome a qué tipo de malaria me había expuesto. Miré a mi pobre esposa y pensé: «¡Dios mío! ¿A qué la he expuesto también?». Entonces puse la mano sobre la sábana que nos separaba y estaba al rojo vivo. Había comprado una manta eléctrica cuando no estaba. Una para él y otra para ella. Mi lado estaba encendido y no tenía ni idea de que debía apagarla.